El paisaje arquitectónico de Megevan es tan rico como variado. Basta caminar por las calles del pueblo y los senderos circundantes para notarlo y descubrir aquí y allá, una granja tradicional, un chalet de Henry-Jacques Le Meilleur, una construcción contemporánea... Una convivencia que va de maravilla y que conlleva testigo de la historia arquitectónica del pueblo.

En Megève, la arquitectura se encuentra con el arte

Hasta los años 20, Megève, entonces de tradición agrícola, albergaba grandes granjas de montaña. Los volúmenes se organizaron de forma funcional reservando una parte a vivienda, un suelo para heno y el resto de superficie a los animales. Tipología del terreno, limitaciones climáticas, practicidad, en ese momento el sentido común natural era esencial para definir la construcción. La función luego crea la forma.

La instalación del arquitecto Henry Jacques Le Meilleur en el pueblo marcó un punto de inflexión en su identidad visual y arquitectónica. En 1927, con la construcción del chalet de la Baronesa de Rothschild, creó el primer “chalet de esquiador”, confortable, funcional y muy abierto al paisaje circundante. Su punto de partida, el hábitat vernáculo del que se inspira para construir edificios que respondan a las exigencias de la modernidad. Luego, bajo la influencia de Le Corbusier, utilizó el hormigón que ofrecía la posibilidad de formas complicadas y estudiadas. Así, en Megève, construyó numerosos chalets, pero también hoteles, escuelas, tiendas...

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© Simón GARNIER

Una arquitectura única, entre innovación y tradición.

En su trabajo alpino, que ilustra su saber hacer en armonía con las buenas maneras de sus clientes, supo combinar perfectamente la novedad y el espíritu de los tiempos con los imperativos inmutables de la construcción en la montaña.

Los años 80 marcaron el regreso de una tendencia hacia lo auténtico y tradicional, un movimiento que duró entre 20 y 30 años. Maderas viejas, pequeños huecos y ventanas, incrustaciones… Había una innegable tendencia hacia lo rústico. Pero si hasta ahora había poca preocupación por el consumo de energía, ha surgido una verdadera conciencia sobre los problemas climáticos, que se han convertido en un tema importante para las generaciones futuras. Entonces empezamos a considerar la construcción de una manera mucho más razonada.

Por eso, en los últimos diez años, no es raro ver surgir chalets muy contemporáneos con grandes ventanales. Tienen una doble ventaja, abrirse al exterior para disfrutar de los magníficos paisajes que los rodean y utilizar el sol como fuente de energía por derecho propio; El Reglamento Térmico de 2012 exige un suministro máximo de calor natural.

Si bien los colores miel y marrón eran legión, el tratamiento de la madera ofrece hoy múltiples posibilidades: cepillada, partida, calentada, teñida de gris, negra... La madera, por supuesto, sigue estando muy presente en los chalets, pero utilizada de forma muy depurada. Cuero, acero inoxidable, metal negro, vidrio arenado, granito y piedras contemporáneas…. Ya no dudamos en mezclarlo con materiales muy modernos, en espacios mucho menos compartimentados.

Los edificios siguen evolucionando y adaptándose a nuestros estilos de vida y parecen reflejar una voluntad por parte de la arquitectura y del pueblo de abrirse al mundo.

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