Nada más llegar a tu alojamiento, tu mirada se dirige al coloso de las nieves más famoso, el majestuoso Mont-Blanc. Culminando a 4 metros sobre el nivel del mar, destaca sin reservas entre los paisajes de Megève. Un espectáculo único del que nunca nos cansamos y que, como el primer día, provoca una poderosa sensación de asombro.
Cara a cara con el Mont-Blanc
Perfectamente coronado por sus vertiginosas cumbres, sus picos de granito y sus seracs azules, el macizo del Mont Blanc es una pura obra maestra que se puede contemplar desde Megève. Cómodamente sentados en la terraza de un restaurante, desde el balcón de un alojamiento o durante una actividad deportiva en familia, el espectáculo que ofrece la cumbre más emblemática de los Alpes siempre despierta los mismos dos sentimientos: el de adoración y luego el de gratitud.
