Despertar con el aroma de la tarta de manzana, sumergirse en la piscina climatizada después de una caminata entre las hojas de naranjo, acurrucarse junto a la chimenea para aliviar las primeras temperaturas invernales. Quedarse en Megève en otoño está lleno de placeres sencillos que nos traen dulces recuerdos de la infancia.
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