Como el verano indio parece haber dado paso al frescor del otoño, los árboles se adornan con colores naranjas. Para esta nueva temporada polifacética, Megève te invita a reunirte con familiares o amigos para recargar pilas al aire libre, durante una escapada colorida.

Oler…

Al final del verano, los aromas florales se disipan para dar paso a los dulces aromas del otoño. El olor de los donuts que se venden en la feria de otoño, el sabor de las manzanas del huerto del vecino, los aromas del sotobosque adornado con setas, los sabrosos aromas de platos tonificantes que se cocinan a fuego lento durante horas...

Tantos aromas que reviven historias olvidadas o evocan otras nuevas, tantos recuerdos reconfortantes, como la suavidad del capullo familiar ante la llegada de las primeras temperaturas invernales.

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© María BOUGAULT

Tocar…

Armado con botas de lluvia, un abrigo cálido y una bufanda de lana tejida por la abuela, el placer del otoño es sobre todo el de arrojarse sobre una alfombra de hojas muertas o saltar sobre un bloque en los charcos de barro. Con la llegada del otoño y su luz, los placeres infantiles resurgen.

Recogemos avellanas en el camino, recogemos castañas en el jardín, recogemos brezos en el bosque, recogemos un ramo de hojas muertas, recolectamos setas. Algo para deleitar todos tus sentidos, desde el tacto delicado y minucioso durante la recolección hasta el despertar de tus papilas gustativas al contacto con tu paladar.

© Simón GARNIER
© Mélanie CALCEI

Admirar…

Sol brillante, árboles extravagantes, paisajes impresionantes… En otoño, Megève se transforma. Mientras el verde de los árboles se enciende en una paleta de colores cálidos, las hojas caen naturalmente una a una sobre el suelo que cubren formando una magnífica alfombra de tonos anaranjados.

Estos tonos pigmentados, a veces amarillentos, a veces enrojecidos y a veces dorados, ofrecen a los bosques de Megève una dimensión mágica, un viaje en el tiempo, donde vivir el momento presente resulta ser el regalo más hermoso para compartir juntos.

Gusto…

Oculta bajo alfombras de hojas de naranja, aquí y allá se esconde una colonia de hongos porcini. A unos pasos de distancia, preciosamente enclavados en la tierra humedecida por el rocío de la mañana, algunos rebozuelos asoman tímidamente la cabeza del suelo. Justo al lado, al borde del bosque, unas diez trompetas de la muerte viven en estrecha simbiosis con las raíces de los árboles. Los recolectores acérrimos saben que Megève está llena de tesoros escondidos en otoño.

Pero para tener éxito en tu elección, ¡aún necesitas conocer los rincones secretos! Además, para los menos valientes, los menos afortunados o los menos informados, el encuentro tiene lugar en el mercado de Megève o en su restaurante favorito, cuyo menú ofrece 1001 recetas a base de setas.

© María BOUGAULT
© María BOUGAULT

Escuchar…

Durante una caminata entre el sol bajo y la niebla de la mañana, escuche el suave viento cálido que penetra entre los árboles, el crujido de las hojas de color naranja que se rasgan bajo sus pies, los animales alerta jugando al escondite detrás de los arbustos multicolores. Durante todo el otoño, la naturaleza de Megève ofrece sus últimos esplendores antes de caer en un largo sueño, en cuanto los primeros copos de nieve cubren delicadamente el suelo en un silencio absoluto.

Mientras el chapoteo de la lluvia aumenta sobre las hojas muertas, los más fríos y golosos abren de buena gana la puerta de un cálido salón de té, donde el martilleo de las gotas en las ventanas, el temblor de la tetera ante la perspectiva del té caliente y el crepitar de la chimenea juega su papel más bello.

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